lunes, 10 de noviembre de 2008

Crítica: JCVD

jcvdVale, lo admito, me equivoqué.

A ver, me explico, no lo digo porque la película me haya disgustado (ni mucho menos, si bien la niña de mis ojos, como era de esperar, tampoco comparta nuevamente mi opinión; qué se le va a hacer, sin ella esto no sería lo mismo). Pero pensé que JCVD iba a ser una especie de filme biográfico -adornado con algún toque de ficción- sobre la exitosa carrera y posterior fracaso artístico de Jean Claude Van Damme (no por nada el título coincide con las siglas del actor, al cual por cierto idolatro desde mi adolescencia), y no una historia ficticia basada en la susodicha decadencia real de su protagonista en un papel en el que se interpreta a sí mismo y que, dicen, puede suponer su retorno a la gran pantalla tras las cálida acogida que ha tenido el filme en el pasado Festival de Sitges. Una apuesta tan arriesgada como meritoria, pues hace falta valor para, con sus 48 años y una pésima situación profesional, poner su propia imagen al servicio de una producción en forma de tragicomedia que, reconozcámoslo, se ríe de la desgracia ajena (la del así llamado "Músculos de Bruselas") aunque, eso sí, lo haga con cariño.

A estas alturas no creo que hagan falta presentaciones. Pero por si acaso hay por ahí algún despistado, comentaré que Jean Claude Van Damme pertenece a ese conjunto de actores de cine de acción que vivió hace más de una década una época dorada, junto a otros contemporáneos como Sylvester Stallone o Arnold Schwarzenegger, en películas como "Kickboxer", "Soldado Universal", "Blanco Humano" -la cual, a propósito, serviría de plataforma de despegue en occidente para su director, John Woo- o "Timecop". A pesar de que el actor comenzó a partir de entonces a codearse con directores asiáticos, que parecían en aquel momento estar de moda, su carrera comenzaría poco a poco a tambalearse dando como resultado producciones de calidad más que dudosa como "Double Team", "Soldado Universal: El Retorno", "Van Damme's Inferno" o "The Order". Y ya se sabe lo que dicen: cuanto más alto se sube más dura es la caída. Finalmente, y tras varios fiascos de taquilla, el actor acabaría relegado al -humillante- mercado del cine directo a DVD, aderezado con problemas personales de diversa índole (como su adicción a las drogas que afortunadamente lograría superar, o sus múltiples divorcios). A pesar de todo,a juzgar por lo visto en JCVD, Jean Claude no ha perdido su sentido del humor ni el valor para seguir adelante, aunque todo parezca perdido.

La película nos narra un ficticio atraco a un banco en Bruselas en el que se ve envuelto, sin comerlo ni beberlo, el "Cachas Belga". Acosado por problemas legales que lo han alejado de su hija, por problemas económicos que lo han dejado en la ruina más cochambrosa (apenas puede pagar el abogado con el que defender la custodia de la niña), y por su ya mencionada crisis profesional, su suerte va de mal en peor cuando una confusión provoca que la policía crea que es el propio Van Damme quien está llevando a cabo el atraco. ¿Y quien puede culparles, cuando se trata de un hombre que poco le queda a qué aferrarse, y al borde de la desesperación?

Y es que JCVD supone en definitiva, además de una agridulce comedia con varios puntos de humor bastante brillantes (genial la referencia a Steven Seagal), un singular -e inesperado- punto de vista dramático y diferente del famoso Jean Claude Van Damme con algún momento memorable. El más llamativo, sin duda alguna, es aquel en el que el actor rompe la llamada cuarta pared para dirigirse directamente al espectador en un conmovedor monólogo de unos cinco minutos, en el cual desnuda su alma y reconoce sus propios errores, fracasos y miedos, en un más que digno ejercicio de humildad y coraje.

¡Vaya! Puede que, después de todo, no me haya equivocado.


Mi puntuación en IMDB: 6

1 comentario:

David Carrasco dijo...

A mí me pareció una buena película, divertida y trágica. Por supuesto, no es un super-éxito, ni mucho menos, pero teniendo en cuenta el presupuesto y el resto del elenco filmográfico, estoy más que satisfecho.