lunes, 21 de septiembre de 2009

Crítica: Malditos Bastardos

Tercera crítica sobre otra película de la Segunda Guerra Mundial desde que volví de Berlín. Esta vez le ha tocado el turno a "Malditos Bastardos" ("Inglorious Basterds" en su título original), una historia de ficción protagonizada por Brad Pitt, Christoph Waltz y Mélanie Laurent (entre otros) sobre la supuesta venganza de un grupo de judíos -apodados Los Bastardos- al movimiento nazi.

Cabría señalar antes de continuar que comparar Pulp Fiction con Malditos Bastardos es un error. Primero porque las comparaciones siempre son odiosas, y segundo porque aunque ambas estén escritas y dirigidas por Quentin Tarantino, la última obra del polémico creador de Kill Bill, Reservoir Dogs o Death Proof bebe de varias fuentes -como la propia Pulp Fiction o el cine de Sergio Leone; no en vano la banda sonora del filme corre a cargo de Ennio Morricone- para a su vez alejarse de ellas buscando su propia identidad, que viene cargada de fuerza, tensión, humor y carisma. Carisma como el del villano de la película, el coronel Hans Landa, cuya presencia en pantalla resulta tan rompedora e impactante (a mí, por lo menos, me parecio con diferencia lo mejor de la película) que uno no se extraña de que su intérprete, Christoph Waltz, se haya llevado un premio por su papel en el reciente festival de Cannes.

También conviene señalar, para que nadie se venga a engaños, que Malditos Bastardos es "tarantinesca" en el más amplio sentido de la palabra. Tiene diálogos y situaciones que son sencillamente magistrales -como la conversación en la villa francesa entre el granjero y el nazi que da comienzo al filme, o la escena del sótano de la taberna con el oficial alemán-, cargadas de tensión pero con una elegancia en su desarrollo inusitada para la fama que precede a Tarantino. Tiene humor, que da colorido al conjunto -un humor que viene principalmente de la mano de un excelente y expresivo Brad Pitt-, pero también tiene drama. Tiene acción. Tiene equilibrio y personalidad. Tiene pegada. El "tempo" o ritmo de la película es el adecuado a cada escena, y las situaciones tensas lo son porque el director tiene la paciencia de llevarlas hasta su límite, con la inteligente habilidad de darles fin en el momento justo, ni antes ni después.

Y, aunque es verdad que algunos personajes importantes no tienen la relevancia en pantalla que uno esperaría (del grupo de Los Bastardos solo se salva su líder, el teniente Aldo), otros personajes -incluyendo la protagonista femenina a la que da vida Mélanie Laurent, y que no había encontrado el momento para citar en esta crítica- la compensan con creces. Y al final, uno sencillamente no puede salir del cine indiferente ante lo que acaba de ver porque, para bien o para mal, estamos ante una joya de esas que no dejan indiferente a nadie.

Y eso, hoy en día, es decir mucho.


Mi puntuación en IMDB: 9

2 comentarios:

Holdy dijo...

Esta frase me ha dejado perplejo: "cargadas de tensión pero con una elegancia en su desarrollo inusitada para la fama que precede a Tarantino". ¿De verdad piensas que a Tarantino le falta elegancia en sus escenas de diálogo anteriores a esta película? Pero si es lo que mejor hace!

Lo demás lo suscribo todo.

Ryosuke dijo...

En los dialogos no le falta elegancia, quiero decir en la forma de resolver algunas situaciones. Es un tío que tiende a ser excesivamente burdo, salvaje y violento (a veces, violencia gratuita), pero en esta película le encuentro convenientemente comedido, a pesar de las escenas en las que les quita las cabelleras a los nazis, que son un poco gore para mi gusto.