A pesar de las -muy justas- alabanzas que había leído y escuchado en diferentes medios respecto a la última película dirigida por Daniel Monzón y que lleva por título Celda 211, lo cierto es que a la hora de acudir al cine a verla, ayer mismo, tenía mis reservas respecto a la misma. Y la principal razón es que, estaréis conmigo, muchas veces la crítica y los medios se vuelcan a favor de una superproducción española solo por el hecho de serlo, al margen de su calidad real en pantalla.Afortunadamente, este no es el caso.
Con Celda 211, Daniel Monzón puede presumir de hablarle cara a cara a películas como Cadena Perpetua o La Milla Verde -por citar dos de los mejores dramas carcelarios que nos ha dado el cine-, en un excelente y notorio ejercicio de savoir-faire, que dirían los franceses. Y uno no sabe si el mayor mérito reside en el guión, en la magistral actuación de alguno de sus actores como es la de Luis Tosar -sin menospreciar por ello la de Antonio Resines, que tampoco se queda muy atrás-, en la fotografía -que aporta un tono oscuro, muy acorde a la temática de la historia- o en la dirección en sí que imprime un resultado muy sólido al conjunto del filme; pero el caso es que la película es un maravilloso ejemplo de cómo hacer bien las cosas. Y eso ya es decir mucho.
Juan Oliver (Alberto Ammann) es un funcionario de prisiones que se incorpora un día antes de lo previsto a su puesto de trabajo, para causar buena impresión a sus jefes. La suerte quiere que ese día se vea atrapado en medio de un motín, poniéndole en una situación en la que solo su ingenio puede salvarle la vida. Haciéndose pasar por el nuevo prisionero de la celda 211, conocerá al líder de la revuelta, el preso llamado Mala Madre (Luis Tosar), con quien deberá colaborar para preservar su fachada. Sin embargo, allí, como en todas partes, las cosas no son blancas o negras, y las cuestiones morales que nacen -o se ven- al otro lado del muro pueden llegar a plantear dilemas peligrosos...
Y es que, a pesar de partir de un argumento en blanco y negro que, a priori, pueda resultar muy manido, Celda 211 se aparta de cómodos clichés para ofrecer una rica y compleja historia muy humana que se mueve entre grises y que, con un ritmo tenso y muy ajustado, mantiene al espectador en vilo incapaz de despegarse de la butaca.
Una delicatessen. Una joya. Un peliculón, en definitiva.
Como quieran llamarlo.
Mi puntuación en IMDB: 9


3 comentarios:
Los dientes largos ¡Estoy deseando verla! Por cierto primo... Que bien escribes...
Absolutamente de acuerdo. Un peliculón. Y eso que soy de los reacios a acudir al cine a ver cine español... me cuesta, qué le vamos a hacer. Desde luego si proliferan películas tan estupendas como Celda 211 estoy seguro de que mi actitud hacia el cine español dará un vuelco (¿exceso de optimismo por mi parte?).
saludos
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