Crítica: Dueños de la Calle

Aprovechando las vacaciones que estoy disfrutando esta semana del puente de mayo, el lunes fui al cine en sesión matinal a ver "Dueños de la Calle" ("Street Kings" en su versión original), una película -para el que no lo sepa- que cuenta con un interesante reparto: Keanu Reeves, Forest Whitaker y Hugh Laurie entre otros, y un guionista de lo más apetecible: James Ellroy, escritor también de la soberbia L.A. Confidential (y cuyo visionado recomiendo a todo el que no haya tenido ocasión o ganas de verla).

La cinta trata sobre la corrupción que envenena los cimientos de la policía en una ciudad como Los Angeles -aunque, reconozcamoslo, podría tratarse de cualquier ciudad ya que canallas hay en todas partes-, y que de algún perverso modo da sentido a un cuerpo como el de asuntos internos, cuya existencia nunca debió ser necesaria. El personaje de Reeves (cuyo estilo y maneras recuerda sospechosamente a aquel que interpretara Russell Crowe en L.A. Confidential), hombre 'estrella' del cuerpo de antivicio, sirve de guía para adentrarnos en la turbia marea de insensibilidad y codicia que se mueve entre algunos de los, a priori, defensores de la ley, y que ensucia el buen nombre de las fuerzas policiales (ya se sabe que siempre acaban pagando justos por pecadores). Por su parte, Hugh Laurie, al que muchos conocen por su papel en la serie "House", da vida a un incansable jefe de asuntos internos dispuestos a hacer caer a los "malos" con todo el equipo. Y Forest Whitaker, jefe del cuerpo de antivicio y rival del personaje de Laurie... si tiene o no algo que ocultar, quizá será mejor que el lector lo descubra por sí mismo.

Una película bastante entretenida y que por desgracia da mucho qué pensar, y de qué preocuparse.


Mi puntuación en IMDB: 6