Crítica: La Huérfana

Si algo me llamaba la atención de La Huérfana, la última entrega de terror del llamado género de "niños diabólicos", era el secretismo que ha rodeado al filme por parte de la productora. El secreto que esconde Esther -"A Esther le pasa algo" reza el eslogan español, "There's something wrong about Esther" (que vendría a ser algo así como "Hay algo que no está bien en Esther") reza el eslogan original- se ha intentado mantener a salvo de los impiadosos foros de internet, donde las películas, series, libros y demás material susceptible de ser descuartizado y aireado públicamente, será descuartizado y aireado. No lo duden.

El caso es que debido a este secretismo sumado al hecho de que este género -el de los niños cabr***s- siempre me genera cierta expectación, el interés por la película fue suficiente como para decidir ir al cine a verla, a pesar del actual y abusivo precio de la entrada, que invita muchas veces a disfrutar del cine en la comodidad del hogar -aunque siempre acaba pudiendo conmigo la vena cinéfila-.

La Huérfana nos cuenta la historia de Kate y John Coleman (Vera Farmiga y Peter Sarsgaard respectivamente, en unas interpretaciones bastante correctas), un matrimonio con dos hijos que está atravesando una seria crisis. A pesar de sus problemas, o quizá por culpa de ellos, deciden adoptar un niño, en parte también para ayudarles a superar la pérdida que supuso el aborto natural que tuvo ella hace ya tiempo. En una visita al orfanato del pueblo encuentran a Esther (en un papel genialmente bordado por Isabelle Fuhrman), una niña tímida con un gran talento artístico que consigue rápidamente encandilar al matrimonio, quien decide finalmente adoptarla. Lo que los Coleman ignoran, sin embargo, es que Esther oculta un oscuro y terrible secreto que podría destruir todo cuanto les rodea...

Aunque el argumento carezca de originalidad -al menos, a priori- hay que reconocerle a Jaume Collet-Serra , director catalán afincado en USA y responsable también de La Casa de Cera, su habilidad para llevar el thriller más allá de la pantalla, haciendo al espectador testigo y cómplice de todo cuanto acontece en ella. La película, así, resulta a la vez agobiante y entretenida. Agobiante por las crueldades de la que se es testigo, con la impotencia de no poder hacer nada para evitarlas -esta misma sensación me embargó con Funny Games en grado sumo, haciendola para mí abrumadoramente desagradable-, y entretenida por el agradable ritmo que imprime a la película y lo cercanos y vulnerables que resultan en algunos momentos los protagonistas, por los que uno no puede evitar sentir clemencia a lo largo del filme.

De este modo, la madeja que compone la historia se va enredando y complicando hasta convertirse, podría decirse, en una tela de araña donde está claro -siempre lo ha estado- quien es el depredador y quien la presa. Y aunque la película no coge toda la fuerza que podría -quizá porque el argumento no da más de sí-, ni se trata de cine de terror especialmente digno de elogio, sí resulta lo suficientemente efectivo como para poder encumbrarlo por encima de la media de películas que componen este género -¡cuánto cuesta encontrar buen cine de terror!- de susto fácil y olvido rápido.

Ahora bien, la sorpresa -mayúscula- llega cuando, al fin, se desvela cual es el secreto que se oculta detrás del depredador con aspecto de niña buena, y que acompaña el climático desenlace del filme.

Inesperado... e inconfesable.


Mi puntuación en IMDB: 5


Actualización: olvidé comentar que Joan, a quien podéis encontrar en su magnifico blog Almas Oscuras, da una opinión muy diferente pero igualmente interesante del filme. Si os gusta el cine de terror y no conocéis el blog, o si simplemente os apetece conocer otro punto de vista de la película, os animo a que lo visitéis.